viernes, 12 de octubre de 2007

2007 Pepe Criado/Enrique Durán MÚSICA Y POESÍA DE TRADICIÓN ORAL EN EL EJIDO

En: MIRANDO AL TIEMPO. FRAGMENTOS PARA UNA HISTORIA DE EL EJIDO EN HOMENAJE A ÁNGEL AGUILERA. Asociación Cultural Athenaa. El Ejido (Almería), 2007.
























No olvidemos nunca que si el cantar, que anima o entristece, surge como calor y levadura de la tierra, sea tierra parda de los secanos; ocre de los cerros hisurtos; verde de la vega; blanca de las altas sierras nevadas o gris y dorada de la orilla del mar, tierra o mar, pero pueblo, pueblo siempre hay que recogerlo, adaptarlo, refundirlo para devolvérselo luego al mismo pueblo en ofrenda mejorada, que bien lo merece.


MANUEL DEL ÁGUILA































El actual municipio de El Ejido está situado en un enclave histórico de máximo interés en lo que a riqueza cultural se refiere.

Comenzaremos, en desacuerdo con el sentir “fabricado” en El Ejido de que este es un pueblo sin tradiciones, con una clara afirmación de Gabriel Martín Cuenca:

Lo primero que había que desmentir es la tan escuchada frase de que El Ejido es un pueblo inculto y falto de una personalidad propia. (Cuenca,1989)

El objetivo de este trabajo es reunir ejemplos de las manifestaciones culturales más antiguas sobre la música y la poesía de tradición oral que hemos podido encontrar en El Ejido.

Como investigación especifica, hemos preferido que este estudio contemple la actividad poético-musical oral que se dio en El Ejido hasta los años 1960-1970, época en que comenzó a cambiar la estructura socio-económica de la zona y, a la vez, las manifestaciones culturales propias.

Podemos destacar que el folclore en El Ejido, como todo folclore, ha estado ligado a los ciclos de vida y los diversos trabajos realizados en la zona, arrieros, tartaneros, agricultores y pastores, fundamentalmente, en la época señalada.

La cultura poética desarrollada por estos colectivos humanos está inserta en el folclore en general, con las canciones de faena y los poemas orales, y en el flamenco, con las arrieras o el trovo.

LAS ARRIERAS

A principios del siglo XIX, en 1820, el gobierno liberó las explotaciones mineras y se comenzaron a trabajar integralmente los yacimientos de galena en la Sierra de Gádor. Paralelamente a las labores de extracción del mineral se realizaban las de fundición, que se establecieron en el Campo de Dalías, con hornos rudimentarios, llamados boliches, construidos con los materiales del terreno (laja, launa y adobe) y que usaban esparto como combustible.

De aquellos arrieros que transportaban los minerales desde la mina al boliche proceden las arrieras de Dalías que grabó el abderitano, nacido en 1912, Manolo de la Ribera:

Como mi mula no hay una
en toa la Andalucía
como mi mula no hay una;
vengo del Campo Dalías
con mis barriles de uva
para el muelle de Almería.

¡Viva el Campo de Dalías,
viva Adra y viva Berja,
viva el Campo de Dalías
y también viva Alojan,
cuatro pueblos de Almería
de primera calidad!

Las que viven en los parrales,
las mujeres de Dalías,
las que viven en los parrales,
son mujeres santas y buenas,
porque las crió su mare
con uvicas de primera.
(Navarro/Iino,1989;115)


Los arrieros significaron un eslabón fundamental en el cante flamenco. En palabras de la flamencóloga Génesis García Gómez (1996:12):

La arriería fue el vehículo más poderoso de creación y transmisión de cantes, no sólo mineros, sino flamencos todos.



EL TROVO

Igual ascendencia minera, tanto en su configuración como en su difusión, puede tener el trovo. En la comarca de La Alpujarra se han dado dos formas de poesía improvisada:

- El trovo de La Contraviesa, en los cortijos situados entre Adra, Turón, Murtas, Albondón y Albuñol.

- El trovo del Campo de Dalías, extendido por toda la llanura hoy denominada Poniente almeriense.

El trovo del Campo de Dalías se basó en una controversia de quintillas cantadas acompañada por una guitarra. Juan G. García Escobar definió la música de este estilo de trovo, en una carta que me dirigió en 1992, con la siguiente descripción:

La guitarra solía acompañar las coplas con el ritmo clásico del fandango, es decir, como una seguidilla lenta.

Hubo dos trovadores, Indalecio Fernández “El Peluco”, que era recobero, y José Gómez “El Vicario”, pastor, que destacaron especialmente. En palabras de José Barranco López, nacido en 1926:

Los trovos del Peluco y el Vicario en un sentío me gustaban más que los de hoy porque es que cogían un tema y no lo dejaban, se tiraban to la noche entera. Una de las noches que trovaron aca el Panaero, me acuerdo que tenían costumbre de sentase el uno enfrente del otro en dos sillas bajas… y ponían la bandeja del dulce, la botella de coñac, de aguardiente, en medio de los dos. (EL TROVO…, 1993:84)

Todavía se comentan entre los aficionados algunas de las quintillas que improvisaron estos trovadores. Tomás Iborra, trovador de La Mojonera, suele contar que su madre le encargó un marco para un cuadro al “Peluco”, pero que cuando se lo llevó a su casa a Las Cantinas le pareció muy caro. En esto que llegó un tío de Tomás y le preguntó por lo que ocurría. A lo que “El Peluco” respondió:

- ¡Que me tiene tu hermana hoy negro! ¡Pos no ma encargao un retrato y ahora no lo quiere!

Estoy pasando un mal rato
y te lo voy a hacer saber
por el marco de un retrato
que me encargó esta mujer
y ahora lo quiere más barato.


Del “Vicario” me informó su hijo José Gómez Amat de una copla que improvisó a unos guardias civiles que no querían dejarle cruzar la carretera con el ganado y querían denunciarlo por eso:

Son vereas pastoriles
las que tiene nuestra nación
como el tren por sus raíles,
yo no sé por qué razón
me denuncian los civiles.


Curiosamente el poeta de tradición oral Constantino Martín escribió el siguiente poema en el que recrea un suceso que le ocurrió a Indalecio “El Peluco” en una de aquellas compras y ventas que se dedicaba a hacer.

Constantino compone su poema en cuartetas y refleja fielmente las quintillas que aquellos hombres se cruzaron por aquella ocasión:

Un recobero llegó
a la puerta de un cortijo
y a la mujer preguntó
si le vendían algún pollito.

El marido que estaba allí
le preguntó al recobero
si compraba caracoles
a cómo llevaba el precio.

El recobero, que era un pillo,
le dio su contestación:
¡A tres goldas el cuartillo
el precio que llevo yo!

El recobero señores
era alto y muy güesudo
y el dueño los caracoles
era un poco testarudo.

Porque le cantó una copla
casi asín como trovando,
por dónde vendría la cosa
para ser bien contestando:

“A tres goldas el cuartillo
me compras los caracoles,
¡mejor rompo un presidio
antes que me tire flores
un hombre como un castillo!”

El recobero plantado,
que le sintió aquel quinteto,
se puso casi crispado
para empezar con su verso:

“¡No rompas ningún presidio
ni te acalores tan pronto,
de que es más justo y más sencillo
de que trabajéis los tontos
para que coman los pillos”.



LA POESÍA ORAL

Siguiendo la tradición de su zona natural, La Alpujarra, los poetas orales de El Ejido han escrito, y escriben, usualmente en cuartetas o quintillas de versos octosílabos.

A nivel comarcal podemos destacar como transmisores de esta tradición a Epifanio Lupión, Antonio Morón Sabio, Antonio Gálvez, José López Aguilera, Dolores Cara Navarro y Rosalía Villegas, entre otros y otras.

En el municipio de El Ejido sobresalen María Fuentes Cañadas, José Maleno y Mercedes Villegas, de Las Norias; Ángeles Quero, de San Agustín; José Gómez Amat, de Santa María del Águila y José Fernández Sánchez, de El Ejido.

Pero sucedió en las primeras décadas del siglo XX un hecho que caracteriza singularmente a la poesía de origen oral en El Ejido: En Las Norias los hermanos Paco y Juan Fuentes escribieron sus poemas en décimas espinelas, que ellos llamaban guajiras.

La característica principal de esta estrofa, la décima, es que se desarrolló escrita en España a partir del siglo XVI, se extendió a la tradición oral en Iberoamérica durante los siglos XVII y XVIII y volvió cantada, o escrita como en el caso de los hermanos Fuentes, a España a finales del siglo XIX.

La décima llegó a Las Norias a través de un maestro rural, llamado el Tío Pechinero, que recorrió en burro el Campo de Dalías dando clases por los cortijos. Recordemos que el frecuente contacto entre la península y Cuba hizo fácil la extensión de la décima al folclore español y que en esos años los troveros Castillo y Marín la difundieron en el trovo de Murcia. (Díaz, 1977)

Así, contamos con un importante antecedente de la oralidad en El Ejido, pues el uso de la décima espinela no se conoce en la tradición oral de otros lugares de la comarca ni de la provincia, a excepción de la zona oriental almeriense, en Turre, Mojácar y Garrucha. (Grima, 1994:76)

Los hermanos Fuentes llamaban guajira a dos tipos de estrofa, a la décima espinela, de 10 versos, y a la décima irregular de 12 versos. Como ejemplo veamos las siguientes guajiras de Paco y de Juan.

Una vez le dijeron a Paco Fuentes que su hermano Juan era mejor que él y compuso la siguiente décima irregular:

Si él sabe más yo sé menos
y huelga la discusión
pero no es una razón,
desconocido el terreno,
llamarle malo ni bueno
puesto que verdad se ignora.
¿Quién es el que nos valora
en ciencia o capacidad
sin estar en catedral,
sin asistir a academia?
¿Si el que no sabe nos premia,
el premio a quién se lo dan?

En otra ocasión la mujer de Juan Fuentes enfermó y él tenía que hacer todas las cosas de la casa, por lo que escribió una décima espinela sobre estas circunstancias:

Este tiempo traicionero
me ha enredado con su trama,
puso a mi mujer en cama
y a mí a hacer de cocinero.
A veces me desespero,
no sé encontrar los aliños,
trato al fuego sin cariño
porque se apaga la tea
y me hace la humarea
llorar lo mismo que a un niño.

El uso de la décima escrita de tradición oral en el Campo de Dalías continuó en el trovador y poeta Rafael Fornieles “El Panadero”, sobrino de los Fuentes, hasta que murió en 1980.


Rafael escribió un largo poema en décimas espinelas sobre un viaje en coche desde Almería a Lérida del que las siguientes son las primeras:

Si puedo voy a intentar
un viaje descubrir
porque quisiera decir
que fue un viaje triunfal.
Siendo necesario hablar
tal como la ruta fue,
aún siendo para ofender,
no se debe estar callado;
si alguien saliera enfadado
que no se embarque otra vez.

En un coche mil quinientos
de matrícula Almería
seis fueron la compañía
que en él tomamos asiento.
Unidos y muy contentos
rumbo a Lérida salimos,
que en uno nos convertimos
para el bien o el mal que llegue,
a pegar o a que nos peguen
o en placeres confundirnos.




LAS CANCIONES DE FAENA

El trabajo de la uva ha sido durante la mitad del siglo XX un foco de riqueza en la zona de la baja Alpujarra. Pero especialmente en las tareas de limpieza de la uva, en la faena, significó, además revitalizar y difundir toda la cultura de tradición oral.

La limpieza de la uva era una tarea para mujeres y muchas, forasteras se les llamaba, llegaban a los pueblos uveros para trabajar en la temporada de la faena.

Así llevaron sus canciones a otros pueblos y aprendieron nuevas. Trabajaban sentadas durante todo el día los tres o cuatro meses que duraba la faena.

Aquellas mujeres cantaban coplas tradicionales y romances, además de las canciones de moda que se oían en la radio. Como ejemplo de aquellos cantares tomamos la experiencia personal de María Castilla Vargas, de Santa María del Águila, nacida en 1925, y que trabajó en faenas de La Aldeílla, Pampanito, El Ejido y Los Baños justo después de acabar la guerra civil propiciada por el golpe militar de 1936.

María cuenta que echaban la faena allí donde hacía falta, que iban andando hasta el lugar y que se levantaban con tiempo para hacerse las migas que comían al mediodía.

A María le gustaba cantar las coplas de picaílla como diversión, porque eran un poco groseras y picantes. Generalmente cantaban coplas aprendidas, cuartetas, y a veces quintillas, rimadas en asonante; una mujer cantaba una y contestaba cualquier otra mujer de la faena con otra. Aunque a veces se inventaban coplas que venían a cuento de alguna circunstancia e, incluso, podían quedarse dos mujeres solas cantándose la una a la otra coplas que improvisaban en ese momento.

María recuerda haber cantado las siguientes coplas de picaílla:

Eres como el arco iris
que despide la tormenta
y yo te despido a ti,
cara de poca vergüenza.

Eres como la veleta
que está en el palo subía,
después que eres veleta
eres tonta y presumía,
chinchorrera y alcagueta.

A María Castilla le gustaba mucho dar la broma en la faena, hacer reír a sus compañeras para pasar el día a gusto, aunque, eso sí, rindiendo en el trabajo. Pero también le gustaba cantar coplas de amores, como joven muchacha que era. Una de aquellas coplas es la siguiente:

Yo la ví coger una rosa,
yo la ví coger un clavel
y le dije: “Jardinera hermosa,
¿me da una rosa?
¿me da un clavel?”

“Y esa rosa que usted me ha pedido
caballero yo se la daré
si me jura de no haber tenido
flores en las manos de otra mujer.”

“Le juro y le contrajuro,
yo le juro y le juraré,
yo le juro de no haber tenido
flores en las manos de otra mujer.”

A cantar estas canciones se unían todas las mujeres que se sabían la letra, al igual que ocurría con el siguiente romance, que era bastante usual oír a todo el grupo de mujeres cantarlo a coro:

Padres que tengáis hijas
y escuchad con atención
el suceso de Alicante
que ha causado admiración.

Eloísa, joven y guapa,
de sus padres muy querida
por ser tan sólo una hija
ha sido muy desgraciada
con un joven alto y rubio
que su palabra le dio
y estando en relaciones
la Quinta lo reclamó.

Su padre era cargador
y en el muelle de Alicante
y al llevale la comida
se enamoró un comerciante.

El comerciante le ha dicho
y al padre de la muchacha:
“Esa es tu hija, Joaquín,
pues te digo que muy guapa.

De buena gana Joaquín
con tu hija me casaría
y a ti y a tu hermosa hija
de dinero os llenaría.”

Y el padre de la muchacha:
“Y cuántos dineros me das.”
“Si me caso con tu hija
te daré una cantidad,
doscientos duros al mes
y serás mi encargado
y a ti y a tu hermosa hija
vais a ser afortunados.”

Y en la noche cuando fueron
“dónde está mi hija adorada,
le ha salido un pretendiente
y va a ser afortunada.”

Salió la madre furiosa
“deja a tu hija malvado,
quieres casar a tu hija
con un hombre que no ha amado.”

Y entonces dice el comerciante:
“Conmigo has de vivir,
por eso le di a tu padre
doscientos duros por ti”.

Eloísa escribió una carta
dirigida a Santander:
“Apreciado Alfredo Gómez
por sangre mía te pido
que te pongas en camino,
me quieren casar muy breve,
mis padres me han obligado.
Si no llegas a venir
y a impedir mi casamiento
te lo juro que no lo apruebo
porque tú eres mi sustento.”

Por fin llegó el día
que Luisa se casó
y al cambiase de trenes
con Alfredo se encontró.

Alfredo le hizo una seña
y arrojándose a la vía
y allí se dieron la muerte
y Alfredo con Eloísa.

Allí se quedó su padre,
el comerciante y el dinero
y allí se quedó Eloísa
y abrazada con su Alfredo.

La cultura oral en El Ejido sigue viva, de fondo, donde nadie parece hacerle caso, pero que calienta ilusiones en muchas personas, no sólo porque canciones, bailes o trovos son un divertimento sino también porque son nuestra cultura raíz, la cultura de nuestro pueblo, una expresión colectiva que nos pertenece y que nos define.

Los trovadores Manuel Manrique y José Barranco expresaron, una noche de música y trovo en el bar El Pintor, de Santa María del Águila, en el año de 1998, que la cultura únicamente es de todos para todos:


MANUEL MANRIQUE
Sigue marchando a tu ritmo,
ve pensando con amor
y marchita el egoísmo
porque aquel que piensa en Dios
está pensando en sí mismo.

JOSÉ BARRANCO
Uniendo aquí nuestros codos
voy a pensar por los dos
pero cambiando los modos
porque aquel que piensa en Dios
suele pedir para todos.









Documentación


. ASOCIACIÓN DE MUJERES “LA ALDEÍLLA”.: Las Chozas de Redondo, ¿qué fueron y qué ha sido de ellas? El Ejido, 2002.

. BERLANGA, Miguel Ángel.: Bailes de candil andaluces y fiesta de verdiales: Otra visión de los fandangos. Diputación Provincial de Málaga, 2000.

. CRIADO, Pepe:
. 1993. Otras poesías improvisadas en La Alpujarra: Coplas de picaílla en la faena de la en Dalías (Almería). En: El trovo en el Festival de Música Tradicional de La Alpujarra 1982- 1991. Coord. José Criado y Francisco Ramos. Centro de Documentación Musical de Andalucía. Granada.
. 1994. La décima popular en La Alpujarra. En: La décima popular en la tradición hispánica. Ed. Maximiano Trapero. Universidad de Las Palmas/Cabildo Insular. Las Palmas de Gran Canaria.
. 1996. Origen del trovo alpujarreño. En: Los cantes y el flamenco de Almería. Actas I Congreso Provincial. IEA. Almería.
. 1999. Hombres de versos. Aproximación histórica a una forma de flamenco primitivo: El trovo de La Alpujarra. IEA. Almería.
. 2003. Entrevista a María Castilla Vargas. Santa María del Águila (El Ejido), 28.10.2003.

. DÍAZ MARTÍNEZ, Luis.: Marín, Castillo, “El Minero”. Los tres puntales del trovo. Edición del autor, 1977.

. EL TROVO EN EL FESTIVAL DE MÚSICA TRADICIONAL DE LA ALPUJARRA 1982-1991. Coord. José Criado y Francisco Ramos. Centro de Documentación Musical de Andalucía. Granada, 1993.

. GARCÍA GÓMEZ, Génesis.: Los cantes de Almería: Contexto socio-cultural. En: Los cantes y el flamenco de Almería. Actas I Congreso Provincial. IEA. Almería, 1996.
. GRIMA, Juan (y otros).: Turre, historia, cultura, tradición y fotografía. Edición de los autores, 1994.

. MARTÍN CUENCA, Gabriel. En: Programa de Fiestas San Isidro. El Ejido, 1989.

. NAVARRO, José Luis/ IINO, Akio.: Cantes de las minas. Ayuntamiento de Córdoba, 1989.


Fotografías


. Cortesía de Francisco Castaño.
. Archivo de Pepe Criado.


Asesoramiento en canciones de faena

. Mary Gómez

No hay comentarios:

CONTACTOS: trovoturon@yahoo.es